domingo, 14 de abril de 2013

El ser más poderoso del mundo

Un mago de la India pasaba cierta hermosa tarde por la orilla del río Ganges, el gran río sagrado de los brahmanistas y budistas.     De repente oyó fuerte aleteo sobre su cabeza y, movido por la curiosidad, alzó la mirada y vio un búho que llevaba un ratoncito en el pico.


El mago prorrumpió en grandes gritos y agitó los brazos para asustar al búho; éste dejó caer, en efecto, al ratoncito, que quedó en el suelo como muerto.    El mago lo recogió , lo curó, y después, usando su poder mágico lo convirtió en una lindísima jovencita. La contempló con agrado y le habló de esta suerte:

-Vamos, mi linda niña, ¿a quién desearías como esposo? Dime tu pensamiento, pues mi poder es grande y no hay duda de que alcanzaré a satisfacer tus aspiraciones. La joven, que ya no se acordaba de su humilde estado anterior, exclamó:
 
-Quiero por marido al ser más poderoso del universo.
 


Esta respuesta no satisfizo mucho al mago, que era hombre sencillo y de apacibles sentimientos; pero como también era fiel a su palabra, se dispuso a cumplir los deseos de su ahijada.

-El sol -dijo-, es el ser más poderoso del universo. Es la luz del mundo y el calor de la vida. Será tu esposo.

Y volviéndose hacia el astro bienhechor, que en aquel momento resplandecía en medio de los cielos, le suplicó que aceptara la mano de la joven. Mas he aquí que el sol, que había escuchado toda la plática, respondió:

-Con gusto me casaría con la joven, pues es muy bonita, pero no soy el más poderoso. ¿Cómo puedo serlo, si una nube ligera puede eclipsarme y dejarme en la sombra?

Y pronto quedó probado, porque en aquel instante pasó una nube y oscureció al sol.

Entonces el mago pidió a la nube que se casara con su ahijada, pero la nube respondió:

-Con mucho gusto lo haría, pues es muy bonita; mas tampoco soy el ser más poderoso de mundo. El viento me arrastra y me lleva de un lado a otro, sin que yo pueda resistir a su voluntad.

Iba el mago a ofrecer al viento la mano de la muchacha, cuando observó que se estrellaba contra una poderosa montaña, rugiendo furiosamente, y no la movía ni una pulgada; por lo cual ofreció su ahijada a la montaña, recibiendo esta sorprendente respuesta:

-¿Dónde está mi poder? Sólo tengo resistencia inerte. Las tormentas se disipan en su golpe violento contra mí, pero soy incapaz de obrar; no puedo moverme; nada puedo hacer.

Aquel ratoncito que excavó su madriguera a mis pies es más fuerte que yo, puesto que no puedo impedirle que roa mis entrañas para hacer en ellas su vivienda.
 

El mago se maravilló del resultado de su búsqueda; pero luego comprendió que cada ser tiene una fuerza superior, que es la fuerza de su propia naturaleza. Entonces devolvió a la joven su condición natural, y como vio que era un ratoncito hembra, llamó al ratón que había labrado su casa en la montaña, para que ambos formaron un matrimonio feliz, que al fin y al cabo era lo que él deseaba.



Cuento hindú



viernes, 12 de abril de 2013

Vuelen Juntos, pero Jamas atados. Leyenda Lakhota.


Te amaré hasta el fin de los tiempos.
Cuenta una vieja leyenda lakota que una vez llegó hasta la tienda del chamán más viejo de la tribu una pareja de enamorados cogidos de la mano. . "Nos amamos", empezó el joven. "Y nos vamos a casar", dijo ella. "Y nos queremos tanto que tenemos miedo. Queremos un hechizo, un conjuro, un talismán. Algo que nos garantice que podemos estar siempre juntos. Que nos asegure que estaremos uno al lado del otro hasta el día de nuestra muerte. Por favor, ¿hay algo que podamos hacer".

El viejo los miró y le emocionó verles tan jóvenes, tan enamorados ... "Hay algo", dijo el viejo después de una larga pausa, "pero, no sé ... es una tarea muy difícil y sacrificada". "No importa", contestaron los enamorados. "Bien", dijo el brujo, "Nube Alta, deberás cazar el halcón más hermoso y vigoroso del monte. Luego deberás traerlo aquí con vida el tercer día después de la luna llena. Y tu, Toro Bravo, deberás encontrar la más brava de todas las águilas y traerla ante mi, viva, el mismo día que vendrá Nube Alta. ¿Comprendisteis?". La pareja asintió y el anciano hizo el gesto indicando que no tenía más que decir. Los jóvenes se miraron con ternura y después de una fugaz sonrisa, salieron a cumplir la misión encomendada, ella hacia el norte y él hacia el sur.


Seremos uno mismo al caminar por el mundo.
El día establecido, frente a la tienda del Chamán, los dos jóvenes esperaban con sendas bolsas de tela que contenían las aves solicitadas. El viejo les pidió que, con mucho cuidado, las sacaran de las bolsas. Los jóvenes enamorados lo hicieron y expusieron ante la aprobación del viejo los pájaros cazados. Eran verdaderamente hermosos, sin duda lo mejor de su estirpe. Ahora "hagan lo que les digo: tomad las aves y atadlas entre sí por las patas con estas tiras de cuero. Cuando lo hayáis anudado, soltadlas y que vuelen libres". El guerrero y la joven así lo hicieron. Cuando soltaron a los alados, el águila y el halcón intentaron levantar el vuelo, pero solo consiguieron revolcarse por el suelo. Unos minutos después, frustradas, las aves arremetieron a picotazos entre si hasta lastimarse...........

"Este es el conjuro: jamás olvidéis lo que habéis visto. Sois como un águila y un halcón: si se atan el uno al otro, aunque lo hagan por amor, no solo vivirán arrastrándose sino que, además, tarde o temprano, empezarán a hacerse daño el uno al otro. Si queréis que vuestro amor perdure, volad juntos pero jamás atados".

Wakan Tanka, Gran Misterio,
enséñame a confiaren mi corazón,
en mi mente,en mi intuición,
en mi sabiduría interna,
en los sentidos de mi cuerpo,
en las bendiciones de mi espíritu.
Enséñame a confiar en estas cosas,
para que pueda entrar en mi Espacio Sagrado
y amar más allá de mi miedo,
y así Caminar en Equilibriocon el paso de cada glorioso Sol.



miércoles, 3 de abril de 2013

El flechador del sol (Relato mixteca)

Fue en la legendaria ciudad de achiutla donde nació un hombre llamado yacoñooy, también conocido como mixtecatl.    Mixtecatl creció, se convirtió en valeroso y audaz guerrero que cierto dia armado con su arco su saeta y su escudo, decidió salir a conquistar tierras.
 
Por mucho tiempo camino sin rumbo fijo. Por días y días no descanso un instante aunque se sentía cansado y abrumado por el calor; mas aun, impulsado por una fuerza misteriosa proseguía su caminata hasta que llego a una basta y deshabitada extensión, en donde no hayo nada que estorbara su paso. Solo el sol brillaba esplendoroso como dueño y señor de aquellas tierras; tierras que Yacoñooy codicio para el por hermosas. Y como no encontró guerrero con quien medir sus armas y juzgando que el astro del día era el señor de aquellas tierras, preparo su arco y dirigiéndose al cielo exclamo:

- ¡Eh tu, señor de la tierra¡ mide tus fuerzas conmigo y dispara tu arco que algunos e los dos debe morir; porque eh decidido que solo uno de nosotros puede ser el dueño absoluto de estas tierras tan hermosas.

Y luego, en son e reto, si dispuso a lanzar sus dardos, no sin tratar de dar tiempo a su enemigo a ´preparase para el duelo, como si en verdad el señor sol fuera a dar batalla. Era la hora del crepúsculo vespertino y el cielo se fue matizando de rojo. Yacoñooy, impasible, contemplo al sol que se hundía tras las montañas, y como las nubes en ese instante se tiñeran mas intensamente de rojo, exclamo dando gritos de triunfo:

- ¡Te eh vencido, Te eh vencido¡ la fuerza de mi brazo te ah causado la muerte. Tras esos cerros estas herido; no volverás a ser el dueño de estas tierras. Lastima que no pueda contemplarte revolcándote en tu propia sangre. ¡Que diera por verte morir a mis pies!

El valiente mixteca espero en silencio latiéndole apresuradamente el corazón. Tal vez la última flecha de su enemigo podría ser disparada a traición, mas como el tiempo pasara y el señor sol no daba señales de vida, entendió que su enemigo había dejado de existir:

¡Eh dado muerte al sol, señor de esta tierras¡ y por derecho de conquista ahora solo yo soy su dueño. Yo eh matado al sol mi rival, mis flecas traspasaron su corazón. ¡El señor sol esta muerto, muerto¡ y son mías, solo mías estas tierras, y con la vida pagara aquel que me las quiera disputar.

Y seguro de su victoria señorío con su triunfo todo cuando alzaba su mirada.
Poco tiempo después en las tierras que fueron del señor sol los hermanos de raza yaconooy fundaron tilantongo.
 
Y después ese día entre los mixtecas se estableció la costumbre de pintar el sol vencido por yacoonoy en escudos jícaras y tecomates en gratitud al flechador del sol, por tal hecho se había convertido en un héroe mixteca, habitante del país de las nubes. 
 


@In_Tonatiuh