Por mucho tiempo camino sin rumbo fijo. Por días y días no descanso un instante aunque se sentía cansado y abrumado por el calor; mas aun, impulsado por una fuerza misteriosa proseguía su caminata hasta que llego a una basta y deshabitada extensión, en donde no hayo nada que estorbara su paso. Solo el sol brillaba esplendoroso como dueño y señor de aquellas tierras; tierras que Yacoñooy codicio para el por hermosas. Y como no encontró guerrero con quien medir sus armas y juzgando que el astro del día era el señor de aquellas tierras, preparo su arco y dirigiéndose al cielo exclamo:
- ¡Eh tu, señor de la tierra¡ mide tus fuerzas conmigo y dispara tu arco que algunos e los dos debe morir; porque eh decidido que solo uno de nosotros puede ser el dueño absoluto de estas tierras tan hermosas.
Y luego, en son e reto, si dispuso a lanzar sus dardos, no sin tratar de dar tiempo a su enemigo a ´preparase para el duelo, como si en verdad el señor sol fuera a dar batalla. Era la hora del crepúsculo vespertino y el cielo se fue matizando de rojo. Yacoñooy, impasible, contemplo al sol que se hundía tras las montañas, y como las nubes en ese instante se tiñeran mas intensamente de rojo, exclamo dando gritos de triunfo:
- ¡Te eh vencido, Te eh vencido¡ la fuerza de mi brazo te ah causado la muerte. Tras esos cerros estas herido; no volverás a ser el dueño de estas tierras. Lastima que no pueda contemplarte revolcándote en tu propia sangre. ¡Que diera por verte morir a mis pies!
El valiente mixteca espero en silencio latiéndole apresuradamente el corazón. Tal vez la última flecha de su enemigo podría ser disparada a traición, mas como el tiempo pasara y el señor sol no daba señales de vida, entendió que su enemigo había dejado de existir:
¡Eh dado muerte al sol, señor de esta tierras¡ y por derecho de conquista ahora solo yo soy su dueño. Yo eh matado al sol mi rival, mis flecas traspasaron su corazón. ¡El señor sol esta muerto, muerto¡ y son mías, solo mías estas tierras, y con la vida pagara aquel que me las quiera disputar.
Y seguro de su victoria señorío con su triunfo todo cuando alzaba su mirada.
Poco tiempo después en las tierras que fueron del señor sol los hermanos de raza yaconooy fundaron tilantongo.
Y después ese día entre los mixtecas se estableció la costumbre de pintar el sol vencido por yacoonoy en escudos jícaras y tecomates en gratitud al flechador del sol, por tal hecho se había convertido en un héroe mixteca, habitante del país de las nubes.
quien es el autor de este relato
ResponderEliminarel lehdor del sol
Eliminarquien es el autor de este relato
ResponderEliminarOtilia meza
Eliminareleazar montes
Eliminarlo necesito para una tarea
ResponderEliminarYo también en la secu en 2
EliminarQuien es el tutor del relato
ResponderEliminarEl autor del relato es Erandi Gutierrez.
ResponderEliminarO_o
Es Carlos Daniel Avendaño López
EliminarO eso creo.
ResponderEliminarMuy bien
ResponderEliminar